Doctrina 10-1-2

La doctrina 10-1-2 de evacuación médica (MEDEVAC) es una herramienta esencial en entornos de emergencia, especialmente en operaciones de campo como las que realiza Naciones Unidas en áreas remotas o de conflicto. Este protocolo establece tiempos críticos para asegurar que una persona lesionada reciba atención en el momento adecuado, ya que en estos lugares, con instalaciones médicas básicas o incluso subestándares, una respuesta rápida y efectiva puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Ejemplo práctico

Imaginemos que un convoy humanitario de Naciones Unidas ha sido atacado en una zona remota, dejando a 15 personas heridas, con una mezcla de lesiones graves y leves. La doctrina 10-1-2 se convierte en una herramienta crucial para este tipo de incidentes, ya que establece tiempos críticos y orienta al equipo sobre cómo manejar la situación en un contexto donde los recursos médicos y logísticos son limitados. En un evento de estas características, hay desafíos importantes en cuanto al triaje efectivo, la estabilización de los heridos y la coordinación de la evacuación, aspectos clave para asegurar la supervivencia en un entorno adverso.

Desafíos del triaje y estabilización inicial (10 minutos)
La primera fase de la doctrina establece que los heridos deben ser estabilizados en el sitio del incidente dentro de los primeros 10 minutos. En el caso de un evento con múltiples víctimas, el triaje (clasificación de heridos) es fundamental para decidir quién recibe atención primero. Este proceso es especialmente difícil porque implica tomar decisiones rápidas sobre quiénes necesitan atención inmediata y quiénes pueden esperar, utilizando métodos como el triaje START, que clasifica a los heridos en diferentes categorías de gravedad (rojo, amarillo, verde y negro) basadas en criterios como respiración, circulación y estado mental.

El equipo de respuesta debe actuar con rapidez, usando el equipo disponible para atender a los heridos graves, como detener hemorragias o asegurar la respiración. Sin embargo, en un escenario de recursos limitados, puede que no haya suficientes torniquetes, apósitos o medicamentos para todos, lo que obliga a priorizar a los heridos críticos (etiqueta roja) y a hacer lo mejor posible con lo que hay. La presión del tiempo es enorme, ya que cualquier retraso en esta fase inicial reduce las probabilidades de supervivencia de los heridos más graves.

Traslado hacia un punto de atención intermedia (1 hora)
Después de estabilizar a los heridos más críticos, la doctrina indica que en un plazo máximo de una hora deben ser trasladados a una instalación médica intermedia, donde puedan recibir una atención más avanzada. Este traslado no siempre es sencillo, especialmente en áreas remotas con terreno accidentado o condiciones de seguridad complejas. El equipo de respuesta debe coordinar el transporte, asegurándose de que los heridos críticos sean evacuados primero, lo cual puede implicar decisiones difíciles sobre quién se va en el primer vehículo o quién debe esperar.

Además, en zonas aisladas, los vehículos pueden ser limitados y el acceso al sitio del incidente puede estar obstruido, lo que complica aún más la logística. A esto se suma el estrés del equipo médico, que debe trabajar bajo presión y en condiciones que pueden ser peligrosas, como la posibilidad de ataques adicionales o la presencia de grupos armados en la zona. Sin embargo, el objetivo es claro: llevar a los heridos críticos a un centro médico en menos de una hora para aumentar sus posibilidades de supervivencia.

Atención avanzada dentro de las siguientes dos horas
La fase final de la doctrina establece que en un plazo de dos horas desde el incidente, los heridos deben llegar a una instalación médica avanzada, capaz de brindar cuidados definitivos. En una operación de Naciones Unidas, esto suele significar el uso de transporte aéreo, como helicópteros, para llevar a los pacientes a un hospital más equipado en la capital o incluso a otro país si es necesario. Sin embargo, organizar estos traslados es complejo y depende de una serie de factores, como la disponibilidad de aeronaves, la autorización de las autoridades locales y las condiciones de seguridad.

Durante un incidente con múltiples víctimas, esta fase exige una coordinación estrecha entre el equipo de respuesta en el terreno, el personal médico de la instalación de destino y, en muchos casos, los mandos de la misión de la ONU que facilitan el traslado aéreo y la logística. Además, se necesita evaluar constantemente el estado de los heridos y priorizar a aquellos que requieren atención quirúrgica o intervenciones críticas en el hospital de destino. La rapidez y eficiencia en esta fase son clave para que los heridos críticos tengan una oportunidad real de recuperación.

La importancia de la doctrina 10-1-2 en incidentes de múltiples víctimas
La doctrina 10-1-2 proporciona una estructura clara y efectiva para actuar en escenarios de emergencia masiva, como un ataque a un convoy, donde cada minuto cuenta y los recursos son limitados. Al tener fases bien definidas para estabilizar, trasladar y proporcionar atención avanzada, el equipo de respuesta puede concentrarse en salvar el mayor número de vidas posible, gestionando los recursos de manera eficiente.

Este enfoque es especialmente relevante en misiones de Naciones Unidas, donde el personal suele enfrentarse a condiciones extremas y a una infraestructura médica deficiente. Con la 10-1-2, el equipo tiene una guía clara para responder en cada etapa, lo cual no solo aumenta las posibilidades de supervivencia, sino que también facilita la coordinación entre las distintas áreas involucradas (seguridad, transporte y medicina) para lograr una respuesta rápida y efectiva.

En un entorno tan desafiante como una operación de la ONU, donde el personal está expuesto a riesgos constantes y trabaja en condiciones difíciles, contar con un protocolo estructurado como la doctrina 10-1-2 es fundamental. Este protocolo asegura que los heridos reciban la atención necesaria en el momento adecuado, minimizando las complicaciones y aumentando las probabilidades de recuperación, incluso en los contextos más adversos.

Conclusión
La doctrina 10-1-2 es vital para las operaciones de Naciones Unidas en el campo, sobre todo en lugares remotos con acceso limitado a atención médica de calidad. Seguir este protocolo ayuda a maximizar las posibilidades de supervivencia del paciente y a reducir el impacto de las lesiones graves, asegurando que el personal reciba atención adecuada en cada etapa de la respuesta. En entornos difíciles, donde cada minuto cuenta, esta doctrina es una guía esencial para planificar y ejecutar MEDEVAC de manera efectiva y eficiente.

La doctrina 10-1-2 divide la respuesta en tres fases temporales clave:

10 minutos: Este es el tiempo máximo para estabilizar al paciente en el lugar del incidente. En este momento, se administran los primeros auxilios esenciales para controlar hemorragias, asegurar la vía aérea y tratar cualquier condición crítica que amenace la vida. El objetivo es que, dentro de estos primeros 10 minutos, el paciente esté listo para ser trasladado.

1 hora: A partir de la estabilización inicial, se cuenta con una hora para trasladar al paciente a una instalación médica que, idealmente, ofrezca un nivel intermedio de atención. Este podría ser un puesto médico avanzado o un hospital local, aunque limitado, donde puedan continuar con el tratamiento de las lesiones y mejorar la condición del paciente hasta que se pueda gestionar un traslado final, si es necesario.

2 horas: Finalmente, el paciente debe llegar en un plazo de dos horas a una instalación con capacidad de cuidados avanzados, donde se disponga de equipos y personal especializado para tratar de manera integral las lesiones. En un entorno de Naciones Unidas, esto podría significar el traslado a un hospital militar o un centro médico especializado en una zona más segura o fuera del país, si la situación lo permite.